En el momento actual, y tras la propuesta del Parlamento Europeo sobre Introducción del Ajedrez en la Escuela, se hace necesario un replanteamiento completo del modo en que el Ajedrez llega a los niños y jóvenes. Como reflejé en mi primer libro en 2013 «Ajedrez para mamás, papás y docentes«, deben ser los padres y sobre todo los profesores, los que deben llevar el Ajedrez Educativo -limpio de cualquier objetivo que no sea aportar capacidades de pensamiento, potencia mental y creatividad- a las aulas. Un ajedrez que no será más que una herramienta de trabajo, un medio para apoyar estrategias de pensamiento y no un fin en sí mismo.
Aprender ajedrez para aprender a pensar !para la vida! de la mano de la Inteligencia emocional, ya que el Ajedrez es una máquina de crear emociones y eso constituye una oportunidad maravillosa para que los profesores y padres puedan ayudar a gestionarlas adecuadamente.
El Ajedrez ha sido un elemento constante en mi vida desde los 9 años, y tiene mucho más que ver con el mundo del emprendimiento y de la empresa de lo que se cree actualmente. En el resto del artículo trato de mostrar por qué es tan importante que padres y profesores entren en este mundo, haciendo posible realmente la integración del Ajedrez en la Educación de modo exitoso. Sin su liderazgo no será posible a mi juicio.
La Inteligencia Emocional (I.E.) es algo que se valora de modo creciente en todo el mundo, y los que hemos vivido desde niños el ajedrez y aprendido casualmente I.E. en nuestra vida profesional, creemos que deberían ir siempre de la mano. Hay muchos momentos en la vida de un ajedrecista en los que se siente presionado, asustado, reprimido, desvalorizado, rechazado, ansioso, eufórico, nervioso, fracasado.. y debemos aprender a gestionar esas emociones.
Sin embargo podemos decir sin miedo a equivocarnos que la Inteligencia Emocional no está fuertemente explotada en la educación, precisamente porque quizás en los centros de formación del profesorado aún es algo demasiado moderno(?), y sin embargo es muy valorado en escuelas de negocios y de ámbito empresarial.
Cuando he leído libros de Inteligencia Emocional los he abordado teniendo en mente los distintos momentos de mi vida como ajedrecista, monitor, entrenador, padre, profesor, empresario, y he encontrado muchos conceptos significativos de gran valor que me habrían sido útiles en mi camino, y a los que he llegado por suerte, trastabillando o de rebote.
He accedido a algunos estudios fabulosos (como ejemplo: “¿Cómo educar las emociones? La inteligencia emocional en la infancia y la adolescencia”), y he revivido muchos de los momentos en que tanto en mi niñez como en la juventud, he sentido la fuerza de los momentos que se producen en Ajedrez.
En ellos se habla del camino hacia tener en cuenta los sentimientos, habilidades como el control de impulsos, la autoconciencia, motivación, entusiasmo, perseverancia o empatía. Cada vez que leo algo en ese sentido veo la enorme ventaja que el ajedrez nos aporta, en la medida en que promueve que cada uno de esos elementos se den y puedan ser controlados y gestionados por cada alumno, con la ayuda del profesorado y de los padres.
Expertos del mundo de la Psicología tienen un campo de trabajo espectacular en este campo, y los que apenas intuimos el gran impacto que puede tener la inteligencia emocional en muchos aspectos educativos de cualquier nivel, vemos que el Ajedrez en el mundo de la educación puede aterrizar reforzado por la inteligencia emocional, y no ser tratado meramente como una herramienta de profundización en la combinatoria, concentración, memoria, creatividad y modelado personal de la voluntad.
Dado que en el transcurso de una partida de ajedrez, o en el tiempo en el que un niño piensa tratando de valorar una posición o resolver un problema, se producen un montón de sentimientos y emociones (tensión, miedo, euforia, preocupación, dificultad para concentración), los contextos que genera el ajedrez, en conjunción con las habilidades de autocontrol que la inteligencia emocional puede aportar, serán herramientas clave en manos del educador.
Ya que el niño aprende de sus reacciones, logros y respuestas, poco a poco logrará controlar los momentos de preocupación y miedo, orientándolos, esforzándose, dialogando interiormente como cuando analiza una posición, y recibiendo apoyos a tiempo.
La atención a las emociones, y a su educación, comienzan enseñándonos a identificar éstas en los momentos en que el niño juega o compite, y posteriormente aprendiendo habilidades para su control, en relación a otros y a sí mismo.
Cuando un niño iniciado en ajedrez, y bien conducido en aspectos de Inteligencia Emocional, descubra la trampa ajedrecística que su contrincante le ha preparado, su corazón saltará al galope, pero aprenderá poco a poco a controlar esos momentos de pánico, y se dispondrá a ver posibilidades de respuesta. Y si no hay respuesta posible, aprenderá a asumir errores anteriores, lo que quedará grabado claramente.
Esos son momentos inmejorables para que el educador hable con el niño, para que se verbalicen sentimientos, para que se aprenda y se analicen retrospectivamente movimientos y acciones (por qué en este momento moví sin pensar? Por qué no pude controlarme si sabía que debía calmarme y analizar un poco más?..).
Nada como el Ajedrez para producir sentimientos y emociones como en la vida normal, y por tanto lo que se aprende en él se extrapola con facilidad a los momentos en la vida en las que hay que actuar, pero valorando antes, analizando, viendo opciones, y tomando decisiones con responsabilidad. Y todo ello en un tiempo limitado, como en las partidas en las que el reloj hace de “guillotina”.
En muchas ocasiones no sabemos lo que ocurre interiormente en la mente de un niño. Sin embargo en el proceso del juego, y siendo conocedores del Ajedrez, podemos saber que está jugando, que atraviesa problemas, que le cuesta concentrarse.. y podemos estar cerca de esos momentos en los que podemos ayudarle a superar escollos y dificultades.
El Ajedrez fomenta valores positivos, la sociabilidad, la resistencia a la frustración, el control de la impulsividad, el saber perder y aceptar los contratiempos aprendiendo a superarlos, por lo que podemos afirmar que tiene una gran utilidad para mejorar la inteligencia emocional, sobre todo si los docentes lo utilizan adecuadamente como una palanca social, como una fuente de emociones a descubrir, verbalizar y comprender.
Otros beneficios psicológicos son el incremento de la creatividad, la capacidad de cálculo, la memoria, el poder combinatorio, la concentración, la disposición a analizar antes de actuar, la empatía, la autoestima y el control de la voluntad.
Pero, podemos potenciar de verdad la Inteligencia Emocional?
Cuando he tenido acceso a trabajos estupendos como el del Hospital San Joan de Déu, creado por un equipo de profesionales coordinado por Rafael Bisquerra -Catedrático de Orientación Psicopedagógica de la Universidad de Barcelona- en el libro: “Cómo educar las emociones? La inteligencia emocional en la infancia y la adolescencia” queda claro que no sólo es posible. Es necesario. El Ajedrez también puede aportar un gran valor en ese proceso.
Abordar el despegue mental de nuestros niños y jóvenes con nuevos métodos, nuevos enfoques, nuevas metodologías y la introducción de nuevas estrategias y contenidos, producirá efectos positivos para su vida y su desarrollo integral, su autoestima y éxito personal y social.
Mientras que en el pasado casi se nos exigía abortar las emociones, o disimularlas, o anularlas, en la actualidad podemos tratar de identificarlas, conocerlas y manejarlas en beneficio de la inteligencia emocional de nuestros hijos y alumnos. El ajedrez en ese sentido es una máquina de crear emociones y sentimientos, y aporta claramente habilidades de reflexión y análisis, como juego mental que es, lo que nos presenta muchos de los escenarios que deben ser abordados para que cada uno de los chicos y chicas identifiquen esos sentimientos, esos momentos, los verbalicen, asuman y controlen.
Cuando desde muchos frentes se dice que con el Ajedrez podemos mejorar las capacidades mentales de nuestros hijos y alumnos, se hace referencia únicamente a los aspectos como la concentración, la memoria, la capacidad analítica, el poder combinatorio, el pensamiento ordenado, la actitud de pensar antes de actuar. Sin embargo, necesitamos hablar también de Inteligencia Emocional y los educadores sabrán aprovechar lo que el ajedrez aporta también en esta dirección, al ser eminentemente una disciplina o deporte mental y una fuente de múltiples emociones surgidas de los diversos momentos en que se juega, se resuelve un problema, se gestiona un problema de tiempo o hay que decidir con poco margen.
Cuando pensemos en que con el ajedrez vamos a potenciar la Inteligencia de nuestros hijos y alumnos, y su capacidad de expresión asertiva, estamos hablando también de su Inteligencia Emocional. Probablemente la mayor parte de los adultos que leann este libro no habrán recibido orientación de sus padres y maestros en este sentido y han tenido (como yo mismo) que aprender a golpetazos, y a veces luchando contra corriente.
Como Eduardo Pumset dice en el prólogo del mencionado libro, ”La inteligencia, sea emocional o de cualquier otro tipo, o es social o no es inteligente”. Debemos trabajar la parte social del ajedrez en todos los sentidos, y luchar contra el aislamiento que el ajedrez ha producido durante mucho tiempo cuando su aprendizaje ha buscado únicamente a los mejores, los que más nivel tenían y mejores puntuaciones lograban en torneos.
En muchas ocasiones, hablando con personas alejadas del mundo del ajedrez o que nunca se han introducido en él, he visto cómo les cuesta entender que un niño o joven pueda sentir tensión, miedo, pánico, alegría, satisfacción, desesperanza, pesadumbre o euforia, siempre en función de las posiciones que aparecen en una partida.
A continuación veremos un diagrama que los ajedrecistas podrán reconocer debido a los motivos tácticos que presenta. Las negras mueven, tras capturar la Dama blanca el Alfil en b3, con lo que quedan con una pieza más:
El niño o joven que conduce las piezas negras analiza la posición. Si “no ha visto” el desenlace en jugadas anteriores, va a sufrir un sobresalto impresionante cuando analice la opción Cxf2+ (Jaque), si es que llega a verla por su nivel..
La continuación no es evidente para quien no esté iniciado y haya trabajado redes de mate, sacrificios y temas tácticos. El próximo desenlace va a suponer a cada uno de los niños que jueguen diferentes emociones, tensiones, miedos y excitación, e incluso podría acabar en Tablas si quien conduce las negras no ve una continuación definitiva (por ejemplo si repite el movimiento Ch3+ y vuelve a dar Jaque con Cf2+ repetidas veces..).
El niño que descubre la continuación adecuada (cuando el Rey blanco se mueve a g1 para huir del Jaque, salta a Ch3+ con jaque doble), y puede “ver” el sacrificio de Dama en g1, forzando a la Torre a capturar la Dama… finalizará elegantemente dando Mate con el caballo mediante Cf2++ (situación conocida como Mate de la Coz) y a duras penas controlará su excitación mental e ímpetu irrefrenable.
Si el niño o joven que mueve las blancas no ha visto la situación, va a sufrir una mezcla de emociones dolorosas (“no lo ví”, “no me lo esperaba”, “me dejó seco”, “el corazón se me puso a mil”, “ha sido un golpe de suerte..”, “a ese le gano cuando quiero..”). Son las fuertes emociones que hacen que te cambie el color de la cara, que suban las palpitaciones y quizás hagan surgir emociones negativas que tendremos oportunidad de pulir como educadores y padres.
Pero analicemos la posición de niño que conduce las piezas negras. En algún momento “ha visto” el sacrificio y es seguro que esa idea ha producido en su mente y su sistema emocional un impacto tremendo. Una euforia difícil de controlar, y una situación de excitación que en ocasiones puede degenerar en un error grave (se equivoca en la pieza que ha decidido mover, o cambia el orden de las jugadas en medio del descontrol nervioso..). Son contextos interesantes que usaremos para reflexionar con el niño para que vaya aprendiendo a controlar sus sentimientos y estados de ánimo, aprendiendo a identificarlos, y sólo cuando se dan esas situaciones tenemos la posibilidad de dominarlas.
También es curioso cómo la jugada Dg1+ se abre camino en el cerebro del niño, porque a veces nos llegan jugadas especiales casi de modo mágico, sin saber cómo “la hemos visto”. Son destellos de talento que a veces surgen de modo extraordinario y nos permiten descubrir aspectos relevantes del nivel de concentración o creatividad del alumno, que muestran que podemos aprender a poner nuestro cerebro en «modo búsqueda creativa».
Ajedrez e Inteligencia emocional deben ir fuertemente unidos, lo que requerirá que los docentes (y las escuelas de padres) asuman una visión nueva respecto a estas disciplinas, formándose gradualmente e integrándolas como sólo ellos pueden hacerlo. También el mundo de la empresa, y de modo muy especial en los niveles directivos, debe comenzarse a contemplar el Ajedrez, y sus innegables puentes con la estrategia empresarial, y esas son las razones por las que de la mano de los magníficos profesionales de la Escuela de Ajedrez online El Método En Ajedrez ofrecemos cursos semi presenciales y online de formación. Cursos para padres y profesores que hagan aún más sencillo el proceso, creando redes de padres y profesores que se apoyen en su proyecto escolar con nuestra ayuda, e incluso mantengan contacto entre ellos.
En el libro ya disponible en la librería de la Escuela de Ajedrez online El Metodo En Ajedrez mostramos un enfoque nuevo que padres y profesores pueden aplicar, además de una serie de propuestas sobre la necesidad de crear nuevos sistemas de competición, nuevos niveles en ajedrez orientados al contexto educativo y una nueva didáctica que integre Ajedrez e Inteligencia Emocional.
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