En muchas ocasiones he comentado con compañeros en charlas, artículos y libros, que una de las actividades que más se ajustan a una completa personalización en la enseñanza del Ajedrez es aquella en la que un alumno se enfrenta a un compañero, o un ordenador, en una posición concreta que hemos definido para él y su «momento» o nivel.
No es una partida completa en la mayor parte de las ocasiones, sino una posición diseñada al efecto para poner el foco en el elemento que deseamos, pero sabiendo que la posición es desequilibrada, en la que tiene una ventaja que irá apreciando y sabiendo analizar.
Si son dos alumnos, uno de los dos asumirá la posición débil, y debemos aprovechar el contexto para motivar su mejor juego, a sabiendas de que la ventaja de su compañero puede ser decisiva, lo que podría llevarle a perder aunque debe esforzarse por evitarlo.
Aunque hay varios sitios en Internet en los que podemos hacer esto, en esta ocasión comento el estupendo sitio LICHESS es.lichess.org/editor donde, además de jugar online, puedes jugar contra un ordenador, pero definiendo la posición a partir de la cual se inicia el juego.
Es esta característica la que hace que podamos asignar a cada alumno la posición a la que se va a enfrentar, contra un compañero o contra un ordenador, incluso en los eventos de «competición» o encuentros inter-centros que nos ayudarán a mejorar la motivación.
Iniciar un juego en una posición desequilibrada (un bando tiene clara ventaja) nos permite armonizar en el aula los distintos niveles, diseñando posiciones muy específicas en las que tratamos de mostrar cómo operar con un peón pasado, con un peón libre, con una desventaja de una pieza, con una posición trabada y cerrada, con una gran ventaja de espacio, con una gran ventaja en desarrollo o con un Rey expuesto.
Aunque hay muchos elementos en cuanto a actitud, espíritu de lucha, serenidad, concentración, esfuerzo etc que podemos querer trabajar cuando dos alumnos se enfrentan en estas posiciones desequilibradas, jugar contra una máquina asignando a ésta la posición inferior -pero un gran nivel de juego-, aporta en ocasiones la mejor personalización, aunque requiere que tengamos en el aula ordenadores, Tablets y por supuesto conexión a Internet.
En este sentido nos interesa disponer en cada nivel de color (trabajamos en ello) centenares de posiciones diseñadas y en las que se ha definido qué objetivos conseguir. Puede ser un final ventajoso, una posición del medio juego definida por desventajas de espacio, desarrollo o inferioridad material, y la posición será más desequilibrada cuanto menor sea el nivel de nuestro alumno.
Aunque siempre motivaremos a nuestros alumnos, los que ganan una posición superior aprenden rápido a matizar su victoria. Los que pierden, bien contra una máquina, o contra un compañero que tenía posición superior, deben aprender a relativizar esa pérdida, aunque sabemos bien que lo normal es que no quieran perder nunca.
No se trata por tanto de facilitar que alguien gane, y sí de utilizar un recurso didáctico que nos permita gestionar un gran aula en la que existen diversos niveles, y tratar de personalizar al máximo.
Como en algunos artículos hemos tratado de exponer, el modelo de Los 7 colores del Ajedrez Educativo en el que trabajamos -y que en breve varias organizaciones y expertos del mundo del Ajedrez impulsarán con fuerza- busca aportar al mundo educativo una Didáctica que no existe aún. En ese proceso de creación deberán participar cientos de profesores en activo -de infantil, primaria y secundaria- que desplegarán su trabajo en las aulas, tal y como esperamos tras el acuerdo en el Parlamento español y el apoyo de todos los partidos políticos en la mayor parte de las Autonomías en España.
En este sentido, debemos esforzarnos en explicar que no se trata de introducir el deporte escolar en el horario lectivo, sino de utilizar esta maravillosa herramienta educativa para que los profesores, los centros y la Administración educativa, tengan mejores armas para desplegar competencias y meta-competencias clave en los alumnos.
Estimular el pensamiento crítico en los estudiantes es necesario, y posible, en la medida en que los agentes educativos reflexionen sobre el importante papel de desarrollar habilidades para la toma de decisiones y la solución de problemas anclados y conectados a situaciones auténticas y a experiencias que involucren pensar, sentir y actuar (Ver la Tesis de varios autores de la Universidad de Manizales sobre la configuración del pensamiento crítico en el marco de la atención a la diversidad), logrando la adquisición de competencias que puedan transferirse a otras situaciones complejas de su vida.