Desde hace algún tiempo vemos con alegría que son muchos los sitios en los que se plantea la enseñanza del Ajedrez, a la que se califica de modo creciente como «Educativa», quizás porque presenta una mejor imagen.
Pero ¿de qué hablamos en realidad cuando nos referimos al «Ajedrez Educativo» en contraposición a lo que hasta ahora se denominaba «enseñanza de Ajedrez»? – ¿Siempre que enseñamos Ajedrez podemos dar por hecho que hablamos de Ajedrez Educativo? – ¿Es la palabra «Educativo» una simple argucia que mejora la imagen de un modo interesado? – ¿Cualquiera puede enseñar «Ajedrez Educativo»? – ¿Puede un monitor, sin conocimiento alguno de psicología infantil, o una metodología definida, dirigir un proyecto de «Ajedrez Educativo»?
Estas, y muchas preguntas en esta línea, deben ser respondidas para evitar que una nueva vía esperanzadora (el Ajedrez Educativo) quede en un nombre vacío que se aplica a las clásicas actividades extra-escolares de Ajedrez de siempre.
La primera idea primordial a aclarar es que podemos enseñar Ajedrez, el gusto por su juego, una dinámica de mejora gradual, guiar a la participación en un club, federar a los alumnos e introducirlos en el mundo de la competición. No hay nada negativo en cada uno de los elementos descritos, e incluso nadie podría negar el carácter educativo de esa cadena de acciones -que se dan en miles de lugares del mundo, arrancando desde clases extraescolares-.
Sin embargo, a esas clases extraescolares llegan siempre aquellos alumnos que de un modo natural muestran un gusto por ese deporte, y en la mayor parte de las ocasiones son niños y niñas con un alto potencial, lo que facilita en ellos un desarrollo formidable de ciertas competencias cognitivas si hacen del ajedrez una actividad continua (existen numerosos estudios que así lo muestran).
Los educadores que llegamos al mundo del Ajedrez de un modo similar (en mi caso un profesor lo introdujo en la escuela cuando tenía 9 años), y abordado durante muchos años el estudio del Ajedrez, hemos visto que el Ajedrez es una herramienta maravillosa. No obstante, cuando un educador (en educación infantil, primaria, secundaria, universitaria) piensa en el Ajedrez como herramienta de trabajo, jamás piensa en los mejores, ni se plantea la creación de un club o la federación de sus alumnos. Muy al contrario, trata de generalizar su enseñanza, al margen de la capacidad «momentánea» de cada alumno. Busca y concreta objetivos y metas medibles, explicita cómo va a evaluarlos, estudia prácticas motivadoras y promueve que cada alumno progrese con libertad sin que ningún alumno sea etiquetado ni frenado.
Vemos, sin ser exhaustivos, que hablar de Ajedrez Educativo requiere de varios elementos indispensables:
- Utilización del Ajedrez como herramienta con fines educativos (muchos de ellos ajenos al ajedrez) al existir tantas evidencias de mejoras cognitivas que puede aportar el Ajedrez.
- No existe necesariamente enlace alguno con el mundo federativo, ya que se busca la mejora de los alumnos y no del ajedrez como deporte.
- Lo conduce un Educador con claros conocimientos de Ajedrez quien guía la formación-actividades-evaluación (por ello debemos formar a miles de profesores) y no un monitor, por buen jugador que pueda ser o grande su experiencia en el mundo de competición.
- Existe una claridad en cuanto a los objetivos a buscar (siguiendo por ejemplo la Taxonomía de Bloom).
- No hay una búsqueda de los mejores alumnos con vistas a orientar a éstos hacia la competición.
- Parte de las actividades se realizan en horario escolar, y/o el Centro es conocedor del proyecto, existiendo un enlace con otras actividades, disciplinas o materias.
Recuerdo, tras acabar Magisterio en la Universidad de Zaragoza, haber hablado en estos términos con mis compañeros monitores de la Federación Navarra-hace más de 20 años- (entonces un grupo de ellos, organizados por la FNA, enseñábamos Ajedrez en las Escuelas Deportivas del Ayuntamiento de Pamplona) y no estaban de acuerdo en absoluto con mis ideas. Incluso planteaban como una injerencia que la enseñanza del Ajedrez la hicieran los profesores, ya que al parecer sólo los monitores, con buen nivel de ajedrez, «debían encargarse» de las escuelas deportivas, de las clases extra-escolares (las motivaciones económicas siempre están ahí, claro..).
A decir verdad, hay estupendos monitores de ajedrez, y muchos harán un buen trabajo en esas extra-escolares, orientando a esos niños y niñas hacia la competición formal. ¿Es esto un error? De ningún modo! pero no podemos hablar de Ajedrez Educativo en este contexto, sino enseñanza de Ajedrez con una orientación deportiva hacia la competición -legítima, adecuada y exitosa en la mayor parte de los casos-.
Sería por tanto perfectamente válido que un profesor de un Centro utilizase el Ajedrez como herramienta educativa en las aulas, llevando el Ajedrez a todos los alumnos, mientras que paralelamente algunos de esos alumnos asisten fuera del horario lectivo a clases extraescolares conducidas por un monitor.
Cuando en 2013 publiqué el libro «Ajedrez para mamás, papas y docentes» (libro que estaré encantado de enviar sin coste a cualquier apyma o profesor en activo que me lo pida) ya trataba de aclarar estas dudas sobre conceptos tan importantes, y mostrar a padres y profesores el trabajo pendiente que existe para la introducción del Ajedrez en la Escuela y la familia de un modo adecuado.
Esa introducción o se hace con padres, y sobre todo profesores, o no se hará en absoluto. El Ajedrez es demasiado importante en manos de un educador como para relegarlo a una clase extraescolar, sólo al alcance de los niños que tienen una orientación natural o familiar hacia esta disciplina.
Este Ajedrez Educativo, completamente insertado en el Plan Educativo del Centro, tendrá un carácter diferente al que se da en las clases extra-escolares conducidas por monitores federativos, y tratará de llevar a todos los alumnos esa mejora cognitiva, control de la voluntad, crecimiento de la creatividad, aumento de la memoria, avance en matemáticas, desarrollo lingüístico y de lectura, y aprovechando esa máquina de crear emociones que es el Ajedrez para utilizarlo en el ámbito de la Inteligencia Emocional, aspecto este que también es un diferenciador respecto al ajedrez de competición.
Cuando veas que en tu centro existen clases de Ajedrez, espero haber conseguido aportar luz acerca de si es Ajedrez Educativo -conducido por un educador con evidentes conocimientos- o clases de Ajedrez orientadas a la competición -si es conducido por un monitor federativo-.
Las dos líneas son legítimas y adecuadas, pero una busca el desarrollo de múltiples competencias en los niños -que se puedan extrapolar a cualquier área de sus vidas- y la otra un desarrollo del ajedrez en el ámbito de la competición federada. !Sería extraordinario que existiesen ambas y además con una coordinación que beneficiase a todos¡
Desde mi visión, una buena parte de los expertos en Ajedrez que pueblan las extra-escolares en realidad lo que deberían hacer es formar a los profesores en lugar de formar a niños, y encargarse de los cursos de alto rendimiento para los que lo requieran en su orientación competitiva.
En todo caso, sí quiero dejar claro que no hay colisión entre el Ajedrez Educativo y el Ajedrez orientado a la competición. Persiguen metas distintas, y siguen caminos diferentes, como las personas que conducen esos procesos de formación.